De la pluma de la vida

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“¿Coincide la percepción de lo real con la huella que se imprime en la conciencia? […] La duda circular que desde Platón acucia no sólo a los filósofos sino a toda la historia del pensamiento está presente en cada línea de este primer poemario del escritor chileno Jorge Chartier Navarrete.”

Así presenta Enrique D. Zattara, editor principal de El Ojo de la Cultura, el libro de Chartier. Si bien es un poemario, más parece un manifiesto filosófico sobre la vida. Argumento que el autor presenta reconocible por medio de los sentidos o de la memoria, pero que independiente de la forma, lo único disponible para tomar conciencia de ello es el lenguaje –y que no alcanza—.

El editor agrega luego: “[quizás] la palabra poética –Nietzsche, Heidegger, Zambrano– sea el único camino capaz de, si no develar, al menos sugerir a la conciencia un punto de referencia donde asirse, aun sabiendo que debajo se abre un pozo sin fondo, un territorio que nunca habremos de conquistar.”

De la pluma de la vida de Chartier gira, una y otra vez, en torno al inasible mundo más allá del lenguaje. Y no gira en vano o por ánimo de repetirse, sino porque es necesario pulir cada ángulo de la superficie con tal que la curvatura sea lo más fina y certera –dentro de lo posible—. Si bien cualquier poema sería un buen ejemplo de esto, las aliteraciones en “Ver de nuevo” lo representan perfectamente:

Ver y poder ver de nuevo.

Lo mismo, si se ama.

Distinto, si apetece

 

Ver y poder ver de nuevo.

Pulir en la memoria,

bañar de realidad.

 

Ver y poder ver de nuevo.

El Aleph completo,

descubierto ante los ojos. 

 

Ver y poder ver de nuevo.

Ver de nuevo.

Ver de nuevo.